Mantente siempre en tu puesto de vigilancia.

Una máxima de todo buen socorrista es no abandonar nunca la zona de vigilancia. Todas nuestras necesidades básicas (p. ej., ir al baño) debemos de realizarlas antes y después de nuestro turno. Mantener la seguridad es la prioridad de cualquier socorrista, y no estar en el puesto de vigilancia es correr un riesgo innecesario.

Evita distracciones.

Tu trabajo es estar vigilante para que nada ocurra y que, en caso de que ocurra un accidente, actúes de inmediato. Por tanto, tus cinco sentidos deben de estar pendientes de lo que surge a tu alrededor. Cualquier elemento que te distraiga puede suponer un riesgo, así que ni auriculares, ni hablar por móvil, ni revistas, ni por supuesto estar enganchado al whatsapp… Es verdad, algunos momentos pueden ser tediosos, pero puedes pasear por la zona, observar a los bañistas…

Prevé posibles peligros y contrólalos especialmente.

Cuando ocupemos nuestro punto de vigilancia debemos previamente localizar todos los posibles puntos de riesgo o zonas ocultas a la vigilancia y tenerlas en cuenta para supervisar. Igualmente debemos estar especialmente vigilantes con los niños, más aún si son un grupo de amiguillos y están juguetones.

Controla la calidad del agua.

En algunos centros el socorrista no tiene asignadas las funciones de mantenimiento de la piscina (limpieza de fondos, retirada de hojas y suciedad de la superficie, mantenimiento con productos químicos, etc.). Sin embargo la calidad del agua es importante para la salud de los usuarios: controlar el nivel de cloro y pH y avisar de valores anormales a mantenimiento o incluso prohibir el baño; quitar las hojas o insectos de superficie; procurar que se mantenga limpia la zona de baño, amonestando a bañistas poco cívicos; todo ello son síntomas de tomarnos muy en serio
nuestro trabajo.

Cumplir escrupulosamente todas las normas establecidas.

Si está prohibido jugar con pelotas no se juega con pelotas, aunque sólo haya un niño en la piscina; si no se puede nadar sin gorro, todos con el gorro puesto; y así con cualquier norma. Si te saltas las normas porque no ves peligro en ese momento, tendrás que justificar cada una de tus decisiones con algunos usuarios. Sigue al pie de las letras las normas y haz que se cumplan, amonestando puntualmente a algún usuario, o incluso informando a superiores para que se tomen medidas.

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